24 de junio del 2012. A las 13h. se abrían las puertas de un edificio de Móstoles, con toda una calle llena de gente deseosa de verla a ella... Aparecía Tamara Gorro radiante, vestida de blanco, con una sonrisa en su cara, acompañada por los suyos y ya emocionada. Se oían gritos de "Tamara, ¡guapa!" y "¡Viva la novia!". Tamara no se lo podía creer. Sólo de pensarlo se me ponen los pelos de punta. Parecía una princesa y el "pueblo" la quería. Es muy afortunada por tener todo ese cariño, y ella lo sabe. ¿Y el yayo? Pues un padrino orgulloso, feliz y también emocionado de ver todas las cosas bonitas que le decían a su nieta y por acompañarla hasta el altar.
A las 14h. ya estábamos en Alcalá de Henares, lugar donde se celebraba la boda. Al entrar a la finca me olvidé de todo, parecía que estaba en un auténtico cuento, no faltaba detalle.
Allí, un Garay nervioso e impaciente porque llegara su futura mujer. Y así fue, Ezequiel en el altar y de repente sonó la música y entró Tamara del brazo de su padrino (su orgulloso abuelo).
Sólo podía estar pendiente de ellos. Sé que se paró el tiempo porque él no podía imaginarse a su princesa más princesa que nunca y ella no podía creer que su príncipe, al fin, la esperaba en el altar. Sus miradas se cruzaron y ya no se separaron. Llegó el día más importante de sus vidas. El día de su boda.
Fue una ceremonia preciosa, natural y muy emotiva. Tamara le tenía preparada una sorpresa a Ezequiel, sus abuelos y familia de Argentina estaban allí y él como si de un niño pequeño se tratara comenzó a llorar y una vez que los abrazó cogió el micrófono y le dijo a su prometida: "Son por todas estas cosas por las que me caso con vos".
No se puede reflejar con palabras lo que sus miradas, sus caricias y sus gestos decían. No están enamorados, están mucho más que eso. Compartí con ellos ese día y lo puedo decir en primera persona ¡Qué amor más grande se tienen!
Ya en la comida, hubo tiempo para todo. Los novios entraron al salón con su "himno" de fondo ("Hasta el fin del mundo te iría a buscar, de ti nadie me puede separar, cruzaría los siete mares hasta llegar a ti..."). Se acordaron de los que no estaban físicamente, pero que ese día estoy segura que estuvieron allí y su emocionaron junto a todos nosotros. También agradecieron mesa por mesa a todos los invitados por asistir a la boda.
Después de esto sólo vinieron risas, bailes, música, muchas más muestras de amor, besos, caricias, miradas cómplices y mucho mucho cariño. Ese día no pudo ser más perfecto. Creedme, si supiérais como él la miraba a ella o como ella estaba pendiente de él en todo momento... Eso es amor VERDADERO. Que no lo dude nadie.